sábado, 2 de noviembre de 2013

:. Canción desesperada .:


Quizá hace unos años pudiera haber escrito los versos más tristes bajo una noche, quizá estrellada, con una sepia alma modernista, a puertas de mis propias guerras.

Quizá en esos versos hablara de espirales doradas  inundando el cielo de mis sueños, de dos mares cristalinos y opacos jueces de mi rostro esbozado, de una capa de piel sobre varios abrecartas defectuosos suplicantes por un sol pútrido, de una risa tonta producida por cualquier temblor de manos. O quizá, tiempo antes, en esos versos hablara de un mar negro sobre arena gris muerta, de cuero enroscado sobre huesos y miradas falsas, sobre el propio hipogeo de la sangre que de mi templo marchó.

 Ahora miro atrás. Miro a mis hojas llenas de garabatos y letras tachadas. Miro a mi pluma, con la punta rota de llorar tanta tinta. Miro a mi alrededor, y veo que los colores han cambiado. El viento de la noche podría cantar mientras gira en el cielo, quizá, en este momento.

Un gato negro hace blanquear las noches. Un gato negro juguetea dócilmente con un ovillo marrón claro, dividiéndolo en seis, llamado Polfuss. Y sonrío cada vez que lo veo; he sonreído durante mucho tiempo al verle día tras día con su pequeño ovillo, hasta que, mirándome, el pequeño sonríe también, moviendo los bigotes, tirándome su juguete para que lo vea. Para que lo valore. Para compartirlo, ya que tanto le gusta.
Pero algunas noches la desidia me invade, y mi alma se vuelve sepia entre las telas de mis mantas. Y pienso en versos tristes, y oigo la noche más inmensa, mientras sin quererlo busco el viento con mi canto para ver si alguien me escucha.

Y no puedo dormir, y el insomnio se apodera de la noche. Apaga las estrellas, sumiéndome en la oscuridad.

Y a lo lejos, oigo una voz cantar.

Qué raro es esto – pienso. – Pensé que los muertos no podían llorar. Quizá por noche cubiertos recuerden su pesar. Quizá sus ojos expertos se cansen de pensar. Quizá sientan desiertos de emociones al descansar.

Quizá hace unos años pudiera haber escrito los versos más tristes bajo una noche, quizá estrellada, con una sepia alma modernista, a puertas de mis propias guerras.

Y quizá esta noche sea sólo un recuerdo, un pesar. Una lágrima mal caída sobre la luna al pasar.