Quizá fueran
los gritos que tu tráquea domaba al salir el sol, al paso de la gente al día.
Quizá fuera
tu camisa, ondulando al viento, enseñando a la brisa a ser transparente.
Quizá fueran
tus ojos, del color verde cielo que falta en la bandera de mi orgullo.
Lo que sé,
es que queda mucho por recordar.
Quizá fueran
los besos robados, los secuestrados, los arrestados bajo las llaves de las
nubes de Atocha.
Quizá fueran
tus dedos entrelazados con los míos, mis uñas sobre tu piel, mi calor contra
tus mejillas.
Quizá fueran
tus sonrisas bajo las farolas, bajo los inaudibles gritos tras la borracha
plaza del Rey.
Lo que sé,
es que queda mucho por conocer.