Quizá no entendieras tú mi sonrisa,
O quizá no fuera buena expresión;
O puede que fuera tu corazón
Quien delatara tu sangre indecisa.
Relaja el pecho, y calma tu prisa,
Y a tu corbata déjame un tirón.
Deja de vigilar la habitación,
Dame tu piel al quitar tu camisa.
No finjas, niño, falsa timidez
Cuando mi muerta inocencia comparte
Esa ingrata y cobarde madurez.
Sabes que sólo es culpa mía en parte,
Culpa de niña, pequeña idiotez
Que se rebela y desvela al amarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario