sábado, 7 de septiembre de 2013

:. Confesión de una noche añorante .:



...y no puedo recordar todas las veces que me he hecho el amor esta noche a tus expensas, saboreando cada letra de tu nombre mientras la almohada ahogaba mis labios.

Quizá fuera demasiado tarde para comenzar con los besos, o demasiado pronto como para cortar el final. No lo sabré mientras escribo estas líneas como no lo sabrás tú tras leerlas. Lo único que puedo sentir es el silencio que reina en mi cuarto, en el resto de la casa, exceptuando unos puntuales arañazos de un solitario gato. Soy el único alma presente en estas cuatro paredes, y no puedo evitar reprimir mis emociones con un mordisco en el labio.

Ojalá no fuera la única. Ojalá la razón hubiera callado para no librarte de mi abrazo.
Te necesito a mi lado en este instante; necesito que con tus uñas traces medias lunas usando mi espalda como lienzo.

Necesito que tus labios besen mis pechos mientras a mordiscos los marcas como tuyos.
Necesito que tus manos recorran sin permiso cada centímetro de mi piel, ignorando cualquiera de mis gritos.
Necesito saborear tu cuello con mi propia lengua, sentirme agarrando tu carne mientras oigo tu voz.
Necesito acariciar tu pelo, dejarlo correr entre mis dedos, mientras te arrastras en una leve risa de sorna hacia la perdición.

Quiero amarte como no lo he hecho antes - quiero agarrar tus hombros mientras mis sílabas concuerdan con cada una de tus embestidas;
Quiero sentirte cálido en mi propio calor, que hieles mis suspiros con distantes besos en mi piel, dentelladas en mis labios a punto de despellejarse en gritos.
Quiero que me sientas en ti, cada contracción que haga, cada tímido movimiento de lengua que estremezca cada nervio de tu cuerdo, cada caricia en tu espalda desnuda.

Cada arañazo, cada mordisco, cada mirada en ojos tan despiertos contra el sopor de mi placer, cada delicioso murmullo implorando tu presencia, tu tacto, tu olor.

Tus besos.

Necesito una sola palabra saliendo de tus labios en tal circo de lujuria. Necesito una sonrisa que me arranque el corazón.

Necesito que, jadeando, aferrándote a mis huesos tras pasar cada milímetro de carne con tus dedos, no me sueltes hasta que con una sonrisa vuelvas a declararte como en aquel amanecer.

Y que yo en ese momento te bese con la inocencia que por ti dejé atrás para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario